Hatuey Viveros. En corto
22/03/2010
En cuanto al cine mexicano, los espectadores promedio conocen de estilos y de caras nuevas una vez que el trabajo ya está casi en vías de consolidación, una vez que han conseguido distribución de su obra y han logrado instaurarse en el circuito del largometraje. Atrás se quedan una ola de nuevos talentos y propuestas confinados en las escuelas de cine, al circuito independiente y en los festivales, la gran mayoría en formato de cortometraje.
Hatuey Viveros forma parte de ese segundo grupo. Su trabajo como cinefotógrafo en el cortometraje ganador del Festival de Cine de Morelia 2008, “La canción de los niños muertos” del también incipiente director David Pablos (quien bien merecería un espacio aparte) nos ofrece una amplia gama de situaciones recreadas por la cámara que van desde la brutalidad del aislamiento voluntario hasta el ensueño del recuerdo. “El Elefante Rosa”, corto de Sabrina Almandoz, juega fotográficamente con los espacios abiertos en la historia de una niña que jala una cuerda para traer al elefante rosa, que ella cree es su madre, de regreso.
En 2008, comienza su trabajo como director en “Marea”, cuyo argumento gira alrededor de un sexagenario pescador que pasa el día a día a la orilla del mar, el mismo mar que ha consumido su vida, sus pertenencias y sus querencias.
Con sus aciertos y deficiencias los proyectos en los que se ha involucrado tienen algo en común: buscan alejarse del cliché del cine mexicano ubicando historias en espacios más bien ascéticos y personajes que no buscan la simpatía de su público. Su trabajo denota la búsqueda de la identidad y de la madurez: forjarse como un contador de historias haciendo de la imagen el recurso predominante sobre la palabra.